El aumento de la penetración de la inteligencia artificial en el mundo de los negocios, de forma transversal a las diferentes industrias, ha permitido a las empresas entender y ejecutar prácticas más acertadas en su acercamiento y relación con el cliente al tiempo que optimiza los flujos de trabajo entre las áreas internas, mejora los procesos de toma de decisiones y como consecuencia impacta positivamente la productividad y el crecimiento de las compañías.
Todo esto a través de la aplicación de tecnologías emergentes como Machine Learning, deep learning e inteligencia cognitiva que permiten a las empresas analizar millones de datos a través de algoritmos para determinar los patrones de comportamiento de sus clientes y con base en esto generar modelos de operación para el negocio y estrategias, incorporando flujos de procesos y comparación de proyectos, entre otros. Con ellas, las firmas pueden tomar decisiones de alto impacto con información más certera y proyecciones de alcance real.
Pero de cara al cliente también han tomado fuerza otras aplicaciones de la inteligencia artificial que permiten identificar gustos, generando así, por ejemplo, resultados de búsquedas más rápidas y acertadas. A esto se suma un grado de complejidad cuando se generan alertas sobre procesos fallidos y problemas impactando directamente los canales de atención o comunicación con el cliente.
Esta perfilación más precisa del consumidor y del comportamiento del negocio deviene en evolución hacia espacios de trabajo colaborativo entre las diferentes áreas de la compañía, aportando el know-how de todo el equipo, y transformando los proyectos y abordajes en resultados de mayor valor.
De acuerdo con la compañía de investigación de mercados Forrester Research, estos desarrollos tecnológicos ya pueden ser proyectados de manera cuantitativa: las empresas que utilicen correctamente la inteligencia artificial y la analítica en su negocio digital generarán, en conjunto, ingresos por US$1,2 billones anuales para 2020.