Corría el año 1949 cuando el británico George Orwell publicó su famosa obra 1984, en donde la recopilación y manipulación de información era las claves para ejercer una vigilancia masiva de los individuos. Una novela futurista en la que muchos vieron semejanzas con el mundo real.
Ciencia ficción aparte, lo cierto es que, hoy día, la información se ha vuelto un factor crítico para las empresas y, bien manejada, puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso de una estrategia corporativa.
¡Y no será por falta de datos! En los últimos dos años, se han creado más datos que en toda la historia de la humanidad. Los expertos calculan que en 2015 había 8.591 exabytes de datos en el mundo (1 exabyte=1.000 millones de GB) y estiman que en 2.020 esa cantidad habrá crecido a 40.026. Si ya en 2015, esta industria generaba un negocio global de 115.000 millones de euros, ¿se imagina adónde puede llegar en 2020?
La conclusión que puedo sacar es que, cuando los investigadores de la NASA, Michael Cox y David Ellsworth, acuñaron el término Big Data en 1997, definitivamente no exageraron: El Big Data es “muy big”. En aquel entonces, se hablaba incluso del “problema del big data” porque el ritmo de crecimiento de los datos empezaba a superar los sistemas informáticos de la época.
El enorme desarrollo que la industria de la analítica ha experimentado en los subsiguientes veinte años, ha logrado cambiar el término problema para reemplazarlo definitivamente por el de soluciones de Big Data, llevándolas a sectores económicos tan diversos como la banca, el turismo, petróleo y gas o el marketing.
En nuestros días, la tecnología en analítica está más que preparada para que el Big Data siga creciendo muchos exabytes cada año. Términos de más reciente acuñación como Smart Data, Costumer Intelligence y analítica por demanda, solo nos dan una pequeña idea del enorme valor que la analítica está confiriendo a los datos y a su uso.
Pero, al igual que en 1984 (la novela, no el año en sí) lo que verdaderamente va a hacer la diferencia en este crecimiento no es la tecnología sino las personas. El Big Data necesita personas más dispuestas a cambiar, más preparadas para pensar diferente, para plantear nuevos cuestionamientos, analizar los datos desde otras ópticas y llegar a conclusiones más innovadoras. No en vano se calcula que el 57% de los bebés que nacen hoy trabajarán en áreas cuyas funciones aún no se han creado.
La Comisión Europea en competencias digitales enumeró once disciplinas laborales que surgirán con los avances tecnológicos y todas tendrán que ver con Big Data. Analistas y programadores de Internet de las cosas (IoT), diseñadores de órganos, robotistas, terapeutas de empatía artificial, abogados especializados en drones y ciberseguridad, y arquitectos de nuevas realidades, son solo algunas de las especialidades profesionales que veremos surgir alrededor del Big Data en los próximos cinco años.
Si se preguntaba qué tan grande es el Big Data, la respuesta es fácil. En esta industria, todo es big, hasta las personas.