Hace algunas semanas, el FMI (Fondo Monetario Internacional) pidió que se elevara la regulación y la supervisión de las entidades Fintech y de los llamados Neobancos con el fin de dar una mayor protección a consumidores e inversores expuestos a mayores riesgos en comparación con los bancos tradicionales.
“Se necesitan políticas que se dirijan tanto a las empresas Fintech como a los bancos tradicionales de forma proporcional. De este modo, se fomentan las oportunidades que ofrece la Fintech, al tiempo que se contienen los riesgos”, explica el Fondo, a la vez que señala que “para los neobancos, esto significa mayores requisitos de capital, liquidez y gestión de riesgos en consonancia con sus riesgos”.
La entidad ha explicado que los mayores retos que los neobancos suponen para los reguladores se encuentran en su sistema de gestión de riesgos y sus resistencias generales, ya que “no se han puesto a prueba en una recesión económica” y “son particularmente vulnerables al mercado, la liquidez y los riesgos en ciberseguridad”. También ha subrayado que la presión competitiva de estos servicios “dañan significativamente la rentabilidad” de los bancos tradicionales y que esta tendencia va a continuar.
No cabe duda que todo el ecosistema Fintech ha dado dinamismo y ha acelerado la transformación de la banca beneficiando a los usuarios financieros. Aunque los países con más Fintech y más unicornios derivados de la actividad financiera están en Estados Unidos y en China, la región latinoamericana ha dado la acogida al ecosistema Fintech de manera importante.
Según cifras de Statista con base en información suministrada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), América Latina y el Caribe sumó al cierre del 2021 a 2482 empresas de tecnología financiera. “Esta cifra, que supone casi el 23% de todas las fintechs a nivel mundial, refleja que el sector que combina los servicios financieros con la digitalización está en plena expansión en la región”, señala la fuente.
En detalle, el citado estudio calcula que la cantidad de fintechs latinoamericanas se duplicó en 2021 con respecto a 2018, momento en el que existían 1.166 compañías de este tipo. Desde 2020, cuando 1.830 fintechs tenían su sede en la región, el sector se expandió más del 35%. Según el análisis del BID, “el rápido crecimiento se debe a la creciente demanda de servicios que no están siendo cubiertos por el sector financiero y bancario tradicional, sumado a la mayor necesidad de digitalización desde la pandemia de COVID-19 y algunos cambios regulatorios que aumentaron la transparencia y seguridad de estas plataformas”.
Brasil es claramente el país latinoamericano donde más fintech prosperaron y continúan en actividad en la actualidad. En total, el ecosistema fintech brasileño cuenta con 771 empresas, lo que representa más del 30% del total regional. México, que ya suma 512 fintechs, constituye el segundo mayor mercado, seguido de Colombia y Argentina, a quienes les falta poco para alcanzar las 300 fintech.
La innovación y acelerada digitalización que ha vivido la banca y en general el sistema financiero en los últimos años se debe en buena parte al empuje de las Fintech a todo el ecosistema. Hecho este reconocimiento, es conveniente sumarnos a la petición del FMI de pedir una mayor regulación a este tipo de empresas.
Claro, no se puede correr el riesgo de frenar la innovación. Los mercados exigen analizar muy bien cada situación y plantear regulaciones inteligentes que vaya a la par de la innovación, pero exijan a todos por igual. Ahí está uno de los principales retos de lo planteado por el FMI y de lo que le espera al sector financiero en los próximos años.