Ante los males que provoca el elitismo -u oligarquismo- en América Latina, nuestro deber no es sólo reflexionar sobre la urgencia de combatir este problema estructural, sino actuar directamente en él. En las siguientes líneas, expongo mis reflexiones desde el punto de vista de un ejecutivo blanco, privilegiado, sensible, atento a este tema, y en constante proceso de aprendizaje.
Con el propósito de ilustrar cómo podemos marcar la diferencia en este proceso de transformación que ocurre a diario en muchas empresas, trazaré un breve paralelo entre una de mis grandes pasiones, que es el automovilismo (ya que soy brasileño, utilizaré a los pilotos brasileños como referencia) y el mundo empresarial.
En la historia, desde la creación de las principales categorías de automovilismo hasta la actualidad, 27 pilotos brasileños pasaron por la Fórmula Indy, y 33 pilotos brasileños compitieron en la Fórmula 1. Al hacer un breve análisis, nos damos cuenta de que sólo cinco de ellos tuvieron éxito, además a Ayrton Senna: Tony Kanaan, Hélio Castroneves, Felipe Massa, Rubens Barrichello y Nelson Piquet. Nota: Ayrton Senna no se incluye en el análisis ya que su origen social no cabe como ejemplo para nuestras reflexiones.
¿Por qué la mayoría de estos 60 conductores que probaron competir en las carreras de autos no lograron la misma notoriedad?
Algo que compartieron estos cinco corredores exitosos es la gran cantidad de adversidades que enfrentaron y que moldearon su carácter. Rubens, por ejemplo, cuenta que su padre tuvo que vender el viejo auto de la familia, un Fiat 147, para pagar el viaje al campeonato brasileño de karting. Tony Kanaan corrió, y ganó, una carrera un día después de que muriera su padre, cumpliendo la promesa hecha días antes de que abandonaría las pistas. El gran Nelson Piquet, que durante la temporada italiana de F3, dice que se tomaba “unos 8 baños” durante todo el año, ya que vivía dentro de su camioneta de carreras y necesitaba ahorrar hasta el último centavo, no poder quedarse en un hotel; así como Helio Castroneves, cuya familia vendió todos sus bienes para apoyar la carrera de su hijo.
Al observar a los pilotos que tuvieron un sueño, pero que no llegaron a los podios, es posible vincular los diversos filtros y prejuicios que encontramos en las grandes empresas, que impiden que suban algunos “tipos” de profesionales.
A mi paso por varias grandes empresas de tecnología, pude ver cómo se ejercían los prejuicios. Muchas organizaciones de Recursos Humanos tienden a buscar un estándar normativo, hostil a la diversidad y la inclusión, que va desde los requisitos de un cierto estándar estético como el color del cabello y la estatura, hasta la eliminación de currículos porque no se menciona una universidad de élite.
En una ocasión, cuando necesitaba contratar para un puestodeterminado, recibí el currículo de un candidato, a quien llamaré “Paul”, en el que no se hacía mención de ninguna de estas instituciones líderes: no había completado su carrera universitaria. A pesar de la insistencia de los compañeros de Recursos Humanos, quienes dijeron que fue un accidente que pasara el filtro de currículos, yo tenía muchas ganas de conocerlo. Era un hombre negro que vivía en los guetos de São Paulo, y que había nacido en una conocida favela de la misma ciudad. No exagero al afirmar que a pesar de todas estas características que excluirían a Paul de los procesos de selección de esa empresa, esta fue una de las mejores contrataciones que he hecho en mi vida.
Después de que dejé esa compañía, Paul permaneció en ella cuatro años más. Se fue para integrarse a otra gran empresa multinacional, invitado por un ejecutivo de la empresa anterior, que estaba cuatro niveles por arriba de él. Y aunque estas dos personas no tuvieron mucha relación antes, la reputación de Paul resonó en la empresa en la que trabajamos de tal manera que todos lo reconocían como un profesional verdaderamente competente.
Es posible que ahora usted se esté preguntando: ¿qué hubo de diferente en Paul que le hizo cultivar esta imagen tanto entre colegas como fuera de la compañía?
Todos hemos tenido a un colega que es del agrado de todos. Paul era así: brillo en los ojos, apretón de manos firme, una palabra de afecto para todos. Su trayectoria de superación le brindó la capacidad de construir relaciones más sinceras, más transparentes y más empáticas. Esto es muy distinto a la postura intimidante que muchos blancos privilegiados tenemos a la hora de relacionarnos, y que acaba resultando en una conexión superficial.
Además de eso, Paul pudo analizar las posibles dificultades de un proyecto de forma holística y ofrecer formas creativas para superarlas de la manera más armoniosa y respetuosa posible para los involucrados. Y nunca perdía la oportunidad de aprender. Es imposible comparar la calidad de las conexiones de personas que tienen este tipo de trayectoria con la de otras, que cargan con sus privilegios y presunciones.
Todas estas habilidades se entrelazaron con la historia personal de Paul y fueron esenciales al hablar de su capacidad para establecer relaciones sólidas con clientes y colegas. No solo eso, sino la determinación, el brillo en sus ojos y el deseo de crecer que todos sin excepción notaron en Paul fueron realmente impresionantes. En ese entonces, yo asociaba ese ingenio y amor con los sentimientos de Rubens cuando no redujo la velocidad para dejar pasar a Michael Schumacher en el Gran Premio de Hungría de 2010, incluso con la inminencia del muro presionándolo y poniendo en riesgo su integridad física; o Tony conduciendo increíblemente como lo hizo en las últimas vueltas de la Indy 500 de 2013, cuando era casi un corredor desempleado y ganó la carrera más importante del mundo del automovilismo porque esa era su única oportunidad; o Nelson rebasando a alguien llamado Ayrton Senna, por fuera, en Hungría 1986, ofreciéndonos el rebase más espectacular de todos los tiempos en la historia del automovilismo. Esto para mí representa la fuerza de los renegados, de los excluidos, la energía de quienes dependen de ello y entienden que necesitan hacerlo mejor que los demás, todo el tiempo... que lo hacen por pasión, amor y voluntad. Cosas como estas no se “aprenden” en las universidades de primer nivel o en los cursos de administración. Este sentimiento proviene de superar obstáculos, del aprendizaje de la vida, de la sensibilidad social, del dinamismo, de la empatía y, sobre todo, del deseo de prosperar.
Además del mundo corporativo, la lucha contra el elitismo es un proceso complejo, pero es una carrera en la que debemos acelerar como seres humanos. También es urgente que quienes toman decisiones en las empresas se comprometan con un proceso de desarrollo de la conciencia, que combatan estas predisposiciones y contribuyan a la reparación de esta herida que es el “prejuicio” del elitismo empresarial, cada uno a su manera.
Como en el automovilismo, necesitamos un cambio de actitud en las grandes corporaciones. Esto requiere mirar más allá de lo obvio, de la incomodidad de salir de nuestras propias zonas de confort, aprender a reconocer lo realmente valioso. Sobre todo, debemos hacer nuestra parte para permitir que los muchos pilotos talentosos que aún no están en la pista, no solo tengan una oportunidad, sino que lleguen al podio cada vez más rápido.