A nivel mundial, la matrícula de mujeres en áreas como Tecnología de la Información y Comunicaciones (TIC) es particularmente baja, con un tres por ciento, al igual que en otras como Ciencias Naturales, Matemáticas y Estadística, con un cinco por ciento, e Ingeniería, Manufactura y Construcción, con un 8 por ciento. En México, de acuerdo con datos de la UNAM, esta situación es muy parecida.

Cifras de la UNESCO señalan que hoy en día alrededor del 30 por ciento de todas las estudiantes elije estudios superiores dentro del campo de las Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Actualmente, solo el 28 por ciento de todos los investigadores en el mundo es mujer.

De igual forma, la publicación Harvard Business Review menciona que el 52 por ciento de las mujeres en STEM abandona el campo laboral y nunca regresa. Por otro lado, la estadística del STEM para la región latinoamericana es una participación femenina en el campo laboral del 23 por cierto.

¿Por qué sucede esto? Esta desigualdad tan profunda no es una casualidad. Son demasiadas las niñas que ven obstaculizado su desarrollo a causa de la discriminación, los sesgos, las normas sociales y las expectativas que impactan la calidad de la educación que reciben y las disciplinas que estudian.

Una de las principales barreras que impide a las mujeres desarrollarse en los distintos campos científicos son los prejuicios y estereotipos de género que se arrastran desde hace mucho tiempo, y que continúan manteniendo a las niñas y mujeres alejadas de los ámbitos relacionados con la ciencia.

Adicionalmente, las mujeres y niñas enfrentan otras barreras como falta de acceso a oportunidades, brecha salarial, ambientes desalentadores y hostiles y discriminación, lo que les dificulta participar en igualdad de condiciones con los hombres.

Considerando que la brecha de género en STEM persiste desde hace años en todo el mundo, hoy más que nunca es necesario fomentar la presencia y participación de las mujeres y niñas en las áreas STEM. Son personas claves para crear soluciones para mejorar vidas y generar crecimiento inclusivo que beneficie a todos y todas. Ellas constituyen la población con mayor talento desaprovechado para convertirse en la nueva generación de profesionales STEM, por lo que debemos invertir para sacar a la luz esta capacidad.

Esto es primordial para los derechos humanos, la inclusión y el desarrollo sostenible. Necesitamos comprender y apuntar a los obstáculos específicos que mantienen a los estudiantes de sexo femenino ajenos a las disciplinas STEM. Necesitamos estimular su interés desde los primeros años, para combatir estereotipos, capacitar a los profesores para alentar a las niñas a elegir carreras STEM, desarrollar planes de estudio que sean sensibles al género, orientarlas y cambiar ideas preconcebidas.

En SAS nos hemos dado a la tarea de promover una cultura corporativa de equidad, pues consideramos que es un aliento compartido para impulsar la nueva economía. Por ello, hemos creado foros en donde las mujeres líderes se reúnen para compartir su experiencia e historia de cómo han podido emprender en el mundo laboral y cómo, apoyadas en tecnologías como la analítica, toman mejores decisiones de negocio en su día a día.