Hasta hace un tiempo las estrategias de crecimiento de una empresa estaban basadas en el alcance de los productos, el fortalecimiento de la fuerza de ventas y en responder a los avances que pudiera introducir la competencia. El marketing era de lejos el rey en esta etapa.
Después vino la era de la tecnología y las compañías se enfocaron en hacer inversiones en hardware y software para mover la aguja de sus mediciones. Y luego, empezó una época en la que realmente se sacó provecho del gasto en equipos y soluciones y se avanzó hacia unas estrategias de transformación propiamente establecidas, que permiten sacar un mayor provecho de los millones de datos que se recogen en los distintos frentes de negocio; además, se entendió a las divisiones como una serie de actores encaminados hacia un mismo fin y se dejaron de perseguir objetivos desarticulados al interior de las organizaciones.
Con esta visión, el cliente y su satisfacción se convirtieron en el pilar de la estrategia de las diferentes industrias. Esta idea se fortaleció con el cambio de las ventas de productos por una oferta de experiencias. (Alprazolam)
Ahora bien, alcanzar una estrategia centrada en el cliente requiere que las empresas cumplan tres condiciones: que encuentren las oportunidades de crecimiento rentables, optimicen las comunicaciones de marketing y maximicen el impacto entre empresas.
Además, implica transformar la cultura empresarial para que los empleados dejen de mirar al producto y se preocupen por las necesidades y lo que los clientes quieren; desde el punto de vista de procesos, es necesario integrar la generación, transmisión, distribución y el consumo para entender mejor las dinámicas a lo largo de la cadena; y finalmente, si se requiere, actualizar sus activos tecnológicos a unos que les den las capacidades de pronóstico y análisis.
A partir de allí, el foco es crear nuevos servicios de valor agregado y mejorar la relación que tienen con su público objetivo y en esa búsqueda, un buen manejo de los datos y la analítica es fundamental. Optimizar las interacciones con los clientes tiene beneficios concretos, entre ellos:
● Producto personalizables que cumplen con los estándares de comodidad, costo o eficiencia y de ello se deriva también un aumento en la fidelización.
● Mayor capacidad de respuesta a peticiones, quejas o reclamos.
● Predicción de comportamientos y tendencias al involucrarse de manera más directa con los clientes.
● Optimización de los recaudaciones por productos.
● Adicionalmente, se pueden estudiar los patrones de comportamiento de quienes no finalizan una compra o se retrasan en pagos, buscando mejorar los índices financieros.
● Estrategias de mercado más afinadas y con mayor poder de conversión.
● Creación de una experiencia y atención de cliente consistente a lo largo de toda la cadena de valor.