Los episodios económicos y financieros del presente siglo han apremiado al sistema financiero a generar bases exhaustivas, perdurables y también adaptables tanto en el ámbito local como el internacional; sin embargo, aún se siguen analizando, probando, modificando e implementando planes, estrategias e ideas sobre el camino, lo cual no es fácil tomando en cuenta que ello trae a cuestas costos operativos, ensayos de nuevos procedimientos, la correspondiente carga regulatoria, así como la sofisticación y presión del mismo entorno.
Debido a estos constantes cambios en las normas y prácticas “sanas” de la industria es que se impulsa a las organizaciones a fortalecer: el cumplimiento cabal del marco regulatorio; la cultura del riesgo desde la alta gerencia; mayores capacidades técnicas de los recursos humanos; la creación, modificación e innovación de los procesos para la toma de decisiones y; actualización/adquisición de tecnologías versátiles que soporten estos cambios e inversiones.
Cada punto comentado en el párrafo anterior es relevante por sí sólo, sin embargo, los dos primeros son imprescindibles, ya que el primero es obligatorio y genera la base operativa; mientras que el segundo, es el que sustenta, limita o impulsa el rumbo de los demás puntos y por tanto de la propia empresa.
Así pues, para tener un mayor entendimiento del mercado, las entidades financieras continúan en la búsqueda de estrategias que les permitan la personalización de productos perfilados a responder a necesidades específicas de su nicho de mercado y, que esto represente una ventaja a favor de su negocio, y por tanto, para la empresa.
En este sentido, el reto de perfeccionar la gestión del negocio con base en sus riesgos, debe estar alimentado oportunamente por la planeación, alineación y administración de los beneficios frente a sus riesgos, logrando generar los elementos necesarios para construir una base de entendimiento, criterio, comunicación y proceso para la toma de decisiones. Identificar, medir, monitorear y reportar los escollos y las potenciales oportunidades de negocio es vital para que la alta gerencia logre consistentemente los objetivos estratégicos de las institución.
Los retos aún son bastos para las instituciones. El éxito y el mercado serán para aquellos que permanentemente reten sus paradigmas e inserten eficientemente nuevo conocimiento a su toma de decisiones, es decir, aquellos que perseveren en una cultura del riesgo efectiva.
La recomendación de Financial Stability Board es que esta cultura de riesgos efectiva esté flanqueada por:
- Gobierno interno:
- Estructura de Junta Directiva, Comités, Áreas de Negocio, Control y Apoyo;
- Roles y responsabilidades;
- Colaboración entre estas estructuras y la independencia en su operación.
- Estructura del apetito de riesgo:
- Marco del apetito de riesgo;
- Declaración del apetito de riesgo;
- Límites de riesgo;
- Roles y responsabilidades en su establecimiento y ejecución.
- Compensación.
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