Ante los vertiginosos avances tecnológicos que el mundo ha vivido en las últimas décadas, y sobre todo en los últimos años, la perspectiva y el rumbo de los negocios ha cambiado de manera significativa, pues han surgido herramientas y formas de tomar decisiones que han revolucionado el mundo empresarial. A la par, hemos sido testigos del aumento de amenazas, también derivadas de ella. Internos, externos, estratégicos, financieros, reputacionales, entre otros, los riesgos latentes han sido un parteaguas en la toma de decisiones estratégicas y de la puesta en marcha de nuevos modelos de negocio y en ello su éxito.
Diversas industrias, han comenzado a tomar en cuenta de manera más significativa, la gestión interna de riesgo o por medio de los proveedores de este servicio. El sector público no es la excepción, se ha fortalecido empujado por sus propias necesidades, por las situaciones adversas que ha vivido, los avances regulatorios, y por el mencionado avance tecnológico, que le ha permitido incorporar mejores herramientas a la prevención y proactividad más allá de la reactividad.
En tiempos más sofisticados y con personal más especializado han inducido a que la analítica tenga más penetración en estas entidades, lo cual, ha hecho una realidad la incorporación de herramientas especializadas que permiten procesar datos y desplegarlos en diferentes medios, para posicionarla en lugares donde sea ventajoso para las posiciones estratégicas y que de esta manera, sea posible detectar, entender, medir, monitorear, prevenir o remediar situaciones conflictivas para los objetivos de la organización. Lo más valioso de estos hallazgos, es que permite decidir cuáles son los medios ideales para administrar el riesgo.
Como cualquier otro organismo o industria, el sector público ha desarrollado estrategias propias y adecuadas a sus necesidades, funcionando en este sentido, con una estructura organizacional en la que interviene un equipo de especialistas, procesos establecidos, flujos de comunicación, análisis para la toma de decisiones, en general una cultura basada en sus riesgos. Hacerlo de esta forma ordenada y previamente delineada, puede ser beneficioso para prevenir riesgos como: los de crédito, de mercado, liquidez, de balance, operativos, reputacionales, estratégicos, de capital, entre otros.
En la actualidad, las mejores prácticas se encaminan hacia una cultura para gestionar a las entidades a través de sus riesgos (o en este caso, del sector público), en que es fundamental el talento humano, las plataformas tecnológicas adecuadas, procesos y su gobierno que permitan realizar análisis, diseño de metodologías y manejo de la información que resulte útil, entendible, completa y oportuna en tiempo para directores generales y tomadores de decisiones en todos los niveles.