Con el cambio de administración en México, la seguridad pública vuelve a ocupar un lugar central en la agenda política. Sin embargo, este sexenio tiene una oportunidad única que no ha existido en el pasado: la implementación de Inteligencia Artificial (IA) en la estrategia de seguridad. En lugar de depender solo de soluciones tradicionales, es momento de considerar el poder de los datos y el análisis avanzado como herramientas cruciales para combatir el crimen de manera más efectiva y a un costo menor.
No es exagerado decir que la IA podría revolucionar la forma en que abordamos la seguridad en México. Según estudios recientes, soluciones tecnológicas integradas, como las que ofrece SAS, permiten analizar y reaccionar hasta 30 veces más rápido que los enfoques aislados o tradicionales. Esta velocidad no solo permite tomar decisiones en tiempo real, sino también anticiparse a problemas antes de que se materialicen.
¿Por qué ahora?
El momento no podría ser más adecuado. La presidenta electa, una figura con un trasfondo académico sólido y una inclinación por la innovación tecnológica, ha mostrado durante su gestión en la Ciudad de México que está dispuesta a apostar por herramientas que realmente funcionen. Con la reducción del 50% en la percepción de inseguridad durante su mandato en la capital, es claro que comprende el poder de una estrategia integral, una estrategia que en este nuevo contexto nacional podría fortalecerse con IA.
La IA no es solo una herramienta para acelerar procesos; es un verdadero cambio de paradigma. Al operar en la nube, soluciones como las que ya se están utilizando en otras partes del mundo pueden ofrecer análisis complejos hasta 326 veces más rápido que los métodos convencionales. Esta capacidad de procesamiento masivo de datos no solo es eficiente, sino que también es significativamente más barata, lo que la convierte en una opción viable para un país como México, donde los recursos son limitados y las necesidades son inmensas.
Seguridad pública más allá de la policía
Pero aquí viene el punto más interesante: la IA no solo debe usarse para prevenir crímenes o mejorar la reacción policial. Su verdadero potencial radica en su capacidad de abordar las causas fundamentales de la inseguridad. Los programas sociales, que hasta ahora han sido herramientas esenciales pero poco integradas, pueden beneficiarse enormemente de la analítica avanzada. ¿Por qué no aprovechar el enorme caudal de datos que generan estos programas para predecir y prevenir problemas antes de que ocurran?
Imaginemos, por ejemplo, que los datos de programas de becas, apoyos sociales o incluso encuestas rápidas realizadas por los "servidores de la nación" se integraran en una plataforma nacional de IA. Sería posible identificar patrones de deserción escolar o violencia familiar que muchas veces están relacionados con futuros comportamientos delictivos. Esos mismos datos podrían cruzarse con información de la SEP, el DIF o las fiscalías para tener una imagen más completa de lo que realmente está ocurriendo en nuestras comunidades.
Un enfoque integral y a largo plazo
Este tipo de enfoque, basado en datos, no solo se trataría de reaccionar ante delitos, sino de prevenirlos a largo plazo. Una administración que apuesta por la ciencia y los datos como la que parece estar en camino, tendría en sus manos la oportunidad de cambiar el rumbo del país. Ya no es suficiente con incrementar el número de policías o equipar patrullas; el verdadero poder está en la información.
Y ejemplos sobran. Países como Estados Unidos y el Reino Unido ya han adoptado estas tecnologías en sus cuerpos policiales, mejorando sus capacidades de investigación y previniendo crímenes de manera más eficiente. Incluso en el Caribe, un caso reciente demostró cómo la implementación de IA permitió reducir el tiempo de investigación criminal de meses a horas. ¿Qué impide a México seguir estos pasos?
Un llamado a la acción
La nueva administración debe aprovechar esta ventana de oportunidad. La seguridad pública no es solo un tema de fuerza bruta o de presupuesto, es un problema que requiere inteligencia, y no solo la de los agentes en campo, sino la inteligencia artificial que puede transformar datos en acciones concretas. Al apostar por la IA, México tiene la posibilidad de convertirse en un líder en seguridad pública en América Latina, demostrando que es posible combatir el crimen de manera eficaz y a un costo razonable.
La IA no es el futuro de la seguridad; es el presente. México no puede darse el lujo de quedarse atrás, y todo indica que la presidenta electa está lista para dar el salto hacia una estrategia de seguridad basada en ciencia, datos y tecnología. Ojalá lo haga, porque el país lo necesita desesperadamente.