Todo lo que ha pasado y aún sigue pasando en el mundo por el COVID-19 ha impulsado un ferviente sentimiento de solidaridad por parte de los líderes en los diferentes países. En Colombia -y sé que en algunos otros países también- hemos visto en el último tiempo el lanzamiento de innumerables iniciativas tendientes a impulsar la reactivación económica a todo nivel: la Andi (la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia) lanzó la Liga del Rescate para asegurar la continuidad de las empresas; el Ministerio de Comercio presentó su estrategia de reactivación económica sostenible; diferentes gremios lanzaron su propuesta para reactivar las exportaciones; y las alcaldías de Bogotá, de Medellín y de otras ciudades también han lanzado su propio plan de reactivación.
Todos esos planes son importantes, vitales en las actuales circunstancias. Es más que bienvenido todo incentivo que se pueda dar a la industria, al comercio, a las empresas y a las personas en este momento. Pero no todo puede depender de esas ayudas e incentivos.
Cada líder de empresa, de organización o incluso de entidad pública tiene una responsabilidad inmensa en este momento: contribuir con su labor, con sus decisiones y con su liderazgo a esa reactivación. Y, en este contexto, las obligaciones para los líderes son dos: liderar con inteligencia sus negocios y con humanidad a sus equipos.
Liderar con inteligencia es apoyarse en la tecnología, en las soluciones avanzadas que hoy en día están disponibles para acertar en las decisiones. Desde hace mucho rato, las decisiones de negocios dejaron de tomarse al azar o basadas en la intuición. Tomar decisiones informadas, en las que se analizan los datos que tenemos a la mano y se anticipan escenarios es una obligación que tienen hoy más que nunca todos los líderes en los países.
En los mercados desarrollados, ninguna decisión en un banco, en una empresa de servicios, en un comercio o en institución de salud se toma sin haber analizado la información previamente.
En varios de nuestros países, si queremos acelerar la reactivación de las empresas, debemos impulsar aún más la inteligencia analítica, es decir, el uso de las soluciones analíticas por parte de todos los líderes al tomar sus decisiones. Y a la par del liderazgo con inteligencia debemos tener un liderazgo con humanidad.
El liderazgo con humanidad es liderar pensando en los equipos de trabajo. Asegurándose de conocer sus necesidades y desarrollando su potencial. Es cierto que los líderes nos debemos a los resultados y que debemos impulsar la obtención de esos resultados por parte del equipo, pero debemos acompañar a nuestros colaboradores y entenderlos en el camino. Identificar cómo todo lo que hemos vivido este año los ha afectado y cómo podemos ayudarlos a superar los desafíos.
Es claro que toda iniciativa es válida y valiosa en este momento, pero no nos olvidemos que estamos ante personas antes que todo. Es cierto que debemos y tenemos que reactivar los negocios, pero eso solo lo podremos hacer en la medida en que tengamos personas comprometidas y que nos conduzcan a ese camino.