Usualmente, las crisis son el principal incentivo para adoptar cambios originados por un factor externo, circunstancial y con impactos negativos, y el COVID-19 no será la excepción, las políticas adoptadas por los gobiernos han llevado a las organizaciones a replantear la forma de trabajar y la manera en la que nos comunicamos con nuestro entorno profesional (colegas, partners, clientes, proveedores y demás) para así diseñar e implementar medidas efectivas de teletrabajo.
Bajo esta premisa es inminente la necesidad de los diversos sectores de activar los planes de contingencia en pro de mitigar los riesgos asociados a la pandemia. No obstante, este tipo de planes deben venir acompañados de medidas prospectivas y de gestión de riesgos, control y auditoría, migrando de un enfoque tradicional a una estrategia dinámica y flexible.
El mundo no va a cambiar después del COVID-19: el mundo ya cambió. Uno de los sectores que más han trabajado en temas de transformación digital y que más ven acelerada su digitalización en las condiciones actuales es el de los servicios financieros.
El mundo no va a cambiar después del COVID-19: el mundo ya cambió.
Es un sector ya acostumbrado a profundas transformaciones al enfrentar situaciones atípicas. Como contexto, recordemos lo sucedido hace un poco más de una década con la crisis financiera del 2008, consecuencia directa de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, la cual llevó a la quiebra de las sociedades hipotecarias, hasta que dicha reacción en cadena llegó a Lehman Brothers, al que la Reserva Federal de EEUU se negó a rescatar y cuya quiebra, en septiembre de 2008, se considera el inicio de la crisis.
La crisis financiera global – y la reducción del crédito que le siguió – puso la gestión del riesgo de crédito en el centro de atención regulatorio. Como resultado, los entes de control comenzaron a demandar mayor transparencia y fortalecer las medidas de control. Fue así como el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea en el documento “La respuesta del Comité de Basilea a la crisis financiera: informe al G-20” destacó que:
“Las concentraciones de riesgo de crédito de uno u otro tipo han venido ocasionando sistemáticamente importantes quiebras bancarias a lo largo de los años, por lo que numerosas jurisdicciones cuentan con regulaciones en vigor para restringir las grandes exposiciones al riesgo”.
A partir de ese momento se hizo imprescindible para el sector financiero cumplir a cabalidad con los requisitos regulatorios en pro de reforzar la calidad y el nivel de la base de capital, para así reflejar todos los riesgos en el nuevo marco de capital de Basilea, por lo que muchos bancos empezaron a actualizar sus enfoques en torno al riesgo de crédito.
De lo anterior podemos inferir que en los últimos años la gestión del riesgo crediticio, que específicamente refiere a la probabilidad de pérdida debido al incumplimiento en los pagos de cualquier tipo de obligación, dejó de ser un ejercicio enfocado solo en el cumplimiento regulatorio y pasó a ser considerado un instrumento clave para el desempeño general y un gran diferenciador para obtener ventajas competitivas en el mercado.
Vea aquí cinco retos para la gestión exitosa del riesgo del crédito
Hoy, con las condiciones que enfrenta la humanidad y que afectan directamente el sector financiero, la gestión del riesgo crediticio se torna aún más relevante.
En febrero, antes de que habláramos de cuarentenas y cierre de fronteras, logramos reunir a varios expertos en el evento la Gestión del Riesgo Crediticio en Bogotá. Uno de los enfoques principales se basó en los retos que trae la digitalización para la gestión de riesgos y como de la mano de las soluciones basadas en Inteligencia Artificial podían ayudar en la gestión en escenarios cada vez más complejos.
Ya lo decía la Asociación Bancaria de Colombia (Asobancaria) al analizar a finales del 2019 la Gestión de Riesgo de Crédito en la Era Digital:
“La adaptación a la era digital se ha convertido en una obligación para todas las instituciones financieras que quieren sobrevivir en un mercado cada vez más competitivo. La razón de ello es simple: sus clientes han integrado rápidamente las nuevas tendencias tecnológicas en sus operaciones y modelos de negocio. Esta transformación digital, a su vez, les ha permitido a las entidades ser más eficientes y efectivas en sus procesos y toma de decisiones, al mismo tiempo que ha mejorado su capacidad para responder a las cambiantes necesidades y preferencias de los clientes”.
No obstante, esta transformación de la banca tradicional representa el surgimiento de nuevos retos relacionados con el conocimiento del cliente, la protección de datos, el adecuado manejo del Big Data, la ciberseguridad que puede afectar la continuidad de una entidad financiera o el disponer de políticas y de test de estrés que permitan dar respuesta ante situaciones adversas en donde la probabilidad de ocurrencia es incierta y su impacto catastrófico. De allí se desprende que las áreas enfocadas en la gestión del riesgo crediticio se deban transformar y adaptar a las nuevas tecnologías cada vez más rápido y eficazmente.
En una situación como la actual, el sector financiero deberá poner a prueba las herramientas con las que cuenta para gestionar los riesgos de procesos y crédito ya que el Covid-19 evoluciona a una velocidad mayor que la capacidad de reacción del sector financiero, por consiguiente, ahora más que nunca, tener un ecosistema eficaz de gestión y modelado de riesgos deja de ser una necesidad de regulación y se convierte en un ejercicio de alta competencia.
Cada vez los modelos de gestión de riesgo van a estar más guiados por los algoritmos de inteligencia artificial, y serán los datos y las soluciones analíticas las que permitirán a las instituciones financieras acoplarse a las expectativas cambiantes de los clientes y a las nuevas condiciones dinámicas del mercado.
En el siguiente video podrán encontrar algunas de las principales tendencias de la gestión de riesgo crediticio en las instituciones financieras en una era que sin duda es cada vez más digital y desafiante.