Debido a que el fraude en contra de las organizaciones afecta a todos los niveles internos, es importante implementar procedimientos que verifiquen la adherencia a las políticas anti-fraude para poder detectar y desalentar posibles delitos. Los ejecutivos de negocio deben proteger su negocio, comprometiéndose a desarrollar una organización con una política anti-fraude que pueda:
- Verificar las prácticas internas y así detectar con brevedad actividad fraudulenta
- Desarrollar procedimientos que dicten los procesos internos en áreas que puedan tener una mayor vulnerabilidad al fraude (por ejemplo, áreas con acceso a datos de clientes)
- Dividir las tareas y responsabilidades internas para su seguimiento
Además de esto, ¿cuáles son las maneras en que se puede proteger su negocio de algún tipo de actividad de fraude?
Reportes realizados por el propio personal. Una buena práctica es desarrollar un sistema de denuncia anónima, en donde los empleados puedan reportar prácticas, procesos o cualquier tipo de actividad por parte de sus colegas que lleve a un fraude o resulte sospechosa.
Auditorias internas y Auditorias Sorpresas. Procesos de trabajo, inventarios y contabilidad, son tres de las cosas que más revisión deben tener, por lo que se recomienda hacer chequeos regulares a estas áreas sin aviso previo alguno, para poder evitar algún tipo de alteración que permita esconder actividad de fraude.
Auditorias Externas. De manera regular, deben emplearse auditores externos para revisar la contabilidad de la empresa, contratos, inventario y procesos de trabajo. Dependiendo del tamaño de su compañía y del giro de la misma, estas auditorias podrían ser requeridas por ley. La ayuda de terceros siempre favorece al crecimiento de su empresa y ayuda a detectar los puntos negros en ella para poder hacer cambios favorables y evitar cualquier tipo de delito interno.
El riesgo de fraude va en constante aumento, tanto en impacto potencial como en complejidad. Asimismo, el rol que juega el desarrollo acelerado de la tecnología para su prevención es también un factor importante a considerar. Y esto no es ninguna sorpresa en un ambiente de negocios caracterizado por la creciente globalización, una vigilancia más estricta por parte de los reguladores, una aplicación más severa de sanciones y, en general, una mayor demanda de rendición de cuentas.
En estas circunstancias, la capacidad de las organizaciones para identificar y mitigar riesgos de incumplimiento necesita evolucionar a un ritmo acelerado pues los delitos económicos también tienden a evolucionar, adaptándose y aprovechando una mayor globalización y complejidad en los negocios, así como el rápido avance de la tecnología.