No cabe duda que la tecnología Blockchain está llamada a ser una de las grandes revoluciones en el mundo en los próximos años. Se ha llegado a afirmar que hará por las transacciones lo que internet ha hecho por la información y las comunicaciones; va a cambiar definitivamente la forma en que se hacen las operaciones comerciales; se proyecta como una de las tecnologías capaces de acabar con la corrupción y le dará –gracias en gran parte a la analítica que proveen empresas como SAS- un mayor impulso a los procesos de transformación digital, al permitir experimentar nuevas posibilidades sacándole mayor provecho a su información.

Se trata de una tecnología que se ha hecho conocer rápidamente por crear plataformas para el surgimiento de criptomonedas, como lo es Bitcoin, cuya cotización por demás parece no tener techo en el corto plazo; o como Petro, la criptmoneda recientemente lanzada por el gobierno de Venezuela y que se constituye en la primera creada en Latinoamérica (aunque hay que aclarar que es poco lo que se sabe de ella y por lo tanto no se puede asegurar que esté creada en Blockchain).

Pero a pesar de brillar como una de las tendencias que más impactarán en 2018, si en algo coinciden los expertos es en que Blockchain está aún en una fase inicial y tiene pendiente definir el estándar con el que finalmente evolucionará y se desarrollará en el tiempo.

En un discurso dado este año por Larry Thompson, vicepresidente de la compañía estadounidense de servicios financieros Depository Trust & Clearing Corporation (DTCC), ante representantes del Banco Central Europeo, el Banco Central de Inglaterra y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, se llamó la atención a los grandes reguladores sobre la necesidad de empezar a trabajar juntos en regulaciones que permitan la estandarización de Blockchain. La referencia hecha de este discurso por parte de Criptonoticias, un medio internacional online que suele sacar información de interés en torno a los avances de Blockchain y de las criptomonedas, es que “desde la colaboración y cooperación entre los reguladores y las empresas fintech es que se podrá lograr el uso de plataformas más eficientes, seguras y menos costosas sin incumplir con las leyes existentes”.

Contar con un estándar para Blockchain es algo tan necesario que ya ha sido asumido como una tarea esencial por la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus iniciales en inglés), entidad que se encarga de las normas y certificación de procesos en todo el mundo. Esta entidad ha creado, conjuntamente con el gobierno de Australia, un comité para estudiar y fijar el estándar con el que se seguirá desarrollando Blockchain.

El estudio ha venido avanzando, pero son muchos los retos que se están considerando: desde la administración hasta los entornos tecnológicos y cómo se va a manejar la seguridad. Además, hay un tema preponderante desde el punto de vista regulatorio y es el relacionado con la gestión y administración de los datos. Allí es donde la analítica va a jugar un rol determinante.

En SAS nos hemos venido preparando para este reto, por eso en la actualidad hablamos de una analítica avanzada más diversa. Una analítica que dará mayores posibilidades de gestionar grandes volúmenes de información tanto de fuentes internas, como externas; con datos estructurados y no estructurados, de bloques de transacciones o ser de contexto. Es analítica avanzada porque permite la adopción de lenguajes open source y puede estar en las instalaciones de las empresas o en una nube pública, privada o híbrida. Todo esto estará al servicio y será definitivo para el desarrollo de esta y nuevas tecnologías.

Por el momento, Blockchain es el futuro. No solo impulsará la banca (como lo pronosticó a mediados de este año la Cepal), sino en general a casi todos los sectores e industrias. Y en este importante avance la analítica será una ficha clave: lo ha sido en los procesos de cumplimiento de normas y estándares contables y financieros, y lo será con la regulación de Blockchain.